DAVID EUCARISTÍA: Benedicto XVI: La Eucaristía da lugar a una reacción en cadena similar a las de una fisión nuclear

Benedicto XVI: La Eucaristía da lugar a una reacción en cadena similar a las de una fisión nuclear



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Sublimes palabras del Papa emérito Benedicto XVI pronunciadas en su Homilía durante la XX Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Marienfeld el 21 de agosto de 2005. La homilía completa puede ser consultada en la página web del Vaticano aquí: Homilía Benedicto XVI, Marienfeld, 2005 (aviso: este enlace te dirigirá a una página web externa, vatican.va).

El Papa emérito habla claramente de que la Institución de la Eucaristía por Jesucristo provocó y continúa provocando (desde entonces y en cada Misa) una reacción espiritual en cadena, que él compara a la reacción en cadena de las fisiones nucleares (la reacción que provoca la conocida bomba nuclear o que alimenta las centrales nucleares de energía; ver "fisión nuclear" en la Wikipedia). Esa cadena de reacciones ya no puede detenerse y está provocando y provocará la transformación del mundo:

«Esta es, por usar una imagen muy conocida para nosotros, la fisión nuclear llevada en lo más íntimo del ser; la victoria del amor sobre el odio, la victoria del amor sobre la muerte. Solamente esta íntima explosión del bien que vence al mal puede suscitar después la cadena de transformaciones que poco a poco cambiarán el mundo. Todos los demás cambios son superficiales y no salvan. Por esto hablamos de redención: lo que desde lo más íntimo era necesario ha sucedido, y nosotros podemos entrar en este dinamismo. Jesús puede distribuir su Cuerpo, porque se entrega realmente a sí mismo.

Esta primera transformación fundamental de la violencia en amor, de la muerte en vida lleva consigo las demás transformaciones. Pan y vino se convierten en su Cuerpo y su Sangre. Llegados a este punto la transformación no puede detenerse, antes bien, es aquí donde debe comenzar plenamente. El Cuerpo y la Sangre de Cristo se nos dan para que también nosotros mismos seamos transformados. Nosotros mismos debemos llegar a ser Cuerpo de Cristo, sus consanguíneos. Todos comemos el único pan, y esto significa que entre nosotros llegamos a ser una sola cosa. La adoración, como hemos dicho, llega a ser, de este modo, unión. Dios no solamente está frente a nosotros, como el totalmente Otro. Está dentro de nosotros, y nosotros estamos en él. Su dinámica nos penetra y desde nosotros quiere propagarse a los demás y extenderse a todo el mundo, para que su amor sea realmente la medida dominante del mundo». (Fragmento de la homilía del Papa emérito Benedicto XVI en Marienfeld el 21 de agosto de 2005)

Por tanto, cada vez que un sacerdote consagra el Pan y el Vino en la Santa Misa está desencadenando una reacción similar a nivel espiritual, una transfusión divina, que se desencadena y propaga de manera sobrenatural de alma a alma hasta el fin del mundo.


Yo, David, soy el autor de este mensaje de nuestra presencia y cohabitación con Jesucristo en la Eucaristía