DAVID EUCARISTÍA: Preguntas y respuestas (FAQ) acerca del Catecismo de la Cohabitación Eucarística

Preguntas y respuestas (FAQ) acerca del Catecismo de la Cohabitación Eucarística




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Estas explicaciones resolverán algunas de tus posibles preguntas acerca de esta Espiritualidad de la Cohabitación Eucarística con Jesucristo. Cuestiones tratadas:
  1. ¿Hay verdades de fe nuevas, hay algo verdaderamente nuevo que declarar en la fe?
  2. ¿Son estas verdades eucarísticas verdad de fe de la Iglesia que es obligatorio creer?
  3. ¿Es lícito creer y vivir una verdad de fe implícita (deducible a partir de las demás) si aún no está declarada oficialmente por la Iglesia Católica?
  4. ¿Si yo no quiero creer una de estas verdades de fe implícitas cometo pecado?
  5. ¿Es lícito compartir y vivir con los demás (divulgar) una verdad de fe implícita aún no declarada?

1. ¿Hay verdades de fe nuevas, hay algo verdaderamente nuevo que declarar en la fe?

A lo mejor un día Jesucristo hace una ampliación de sus enseñanzas pero, por ahora, la única revelación que la Iglesia conoce y posee es la contenida en las Sagradas Escrituras, especialmente en los cuatro Evangelios canónicos (el de san Mateo, san Lucas, san Marcos y san Juan) y todo el Nuevo Testamento. Desde ella y en conjunción con la Tradición (conjunto de enseñanzas apostólicas que fueron transmitiéndose de boca en boca, o mediante la liturgia, oraciones, etc., desde los primeros apóstoles hasta hoy), la Iglesia va sacando nuevas deducciones que son reflejadas en el Magisterio oficial de la Iglesia, redactado por los Papas, Concilios y Obispos. Ahí está toda la verdad de fe que hay que creer. Y toda verdad «nueva» nunca es realmente nueva, sino antigua, solo que aún no se había descubierto, porque la teología y conocimiento de la Iglesia está en constante avance y siempre hay muchas cosas que no sabíamos pero que, a partir de las fuentes, pueden aún deducirse, a través de un estudio concienzudo y de una oración profunda, o por la propia y directa acción del Espíritu Santo en medio de la comunidad apostólica. Por tanto, no hay nuevas verdades de fe, sino nuevas deducciones y consecuencias a partir de las verdades de fe ya conocidas. Jesucristo ya lo dijo, que nos quedaba aún mucho por conocer, pero que el Espíritu Santo iría poco a poco enseñándonos:
Jn 16,12-15: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la Verdad completa. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará».

2. ¿Son estas verdades eucarísticas verdad de fe de la Iglesia que es obligatorio creer?

Los postulados eucarísticos que yo hago no son aún doctrina oficial de la Iglesia Católica, pero todas son verdades implícitas de la fe católica romana. Implícitas significa que aún no están oficialmente declaradas como verdades de obligada fe para todos los creyentes, pero que son deducibles racionalmente desde otras que sí están ya declaradas, pues son consecuencias lógicas de ellas. El hecho de aún no estar declaradas no les resta veracidad, ya que todas las verdades de fe que hoy están declaradas en la Iglesia —absolutamente todas— hubo un tiempo en que tampoco estuvieron declaradas oficialmente. Fueron los distintos concilios y magisterio de los Papas los que fueron definiendo una a una todas estas verdades que hoy creemos como indiscutibles, como verdades eternas, que lo son. Estas verdades de fe también hubo un tiempo (a veces siglos) en que fueron creídas y practicadas y vividas por lo fieles; sin embargo, lo hacían como una iniciativa privada y el no aceptarlas no era considerada falta contra la fe; pero desde el día que fueron consideradas por las autoridades de la Iglesia como dignas de ser creídas, fueron incluidas como verdades de fe del que hoy es nuestro Catecismo Católico Oficial, y ahora es obligatorio creerlas.  Como ejemplo tenemos el dogma de la Asunción de María a los cielos en cuerpo y alma, dogma de fe declarado por el Papa Pío XII, el 1 de noviembre de 1950, por medio de la Constitución Munificentisimus Deus. Fue solo ahora, recientemente, en 1950, que este dogma se hizo oficial y de obligada fe; no obstante todo el pueblo de Dios así lo creyó y vivió desde los primeros años de la Iglesia; llevó casi dos mil años el que esta verdad de fe fuera declarada oficialmente.

3. ¿Es lícito creer y vivir una verdad de fe implícita (deducible a partir de las demás) si aún no está declarada oficialmente por la Iglesia Católica?

Sí, totalmente. La única condición es que aquello que creamos no contradiga a nada de cuanto ya está definido por la Iglesia y que está resumido en el Catecismo. Si partiendo de ahí, cada uno es capaz de deducir nuevas verdades de fe, respetuosas y concordes con nuestra fe católica, pero que la Iglesia aún no ha querido estudiar ni declarar, y las está viviendo ya anticipadamente, mejor para él. Pero esto se considera parte de la devoción privada. Una devoción privada, es la que entra dentro de la libertad de los fieles, de la iniciativa particular: no es obligatoria creerla, y el no creerla no constituye pecado ante la Iglesia.

4. ¿Si yo no quiero creer una de estas verdades de fe implícitas cometo pecado?

Oficialmente no, pues al no haber sido aún declarado por la Iglesia que sea obligatorio creerlas, el no creerlas no es pecado. Sin embargo, en este punto hay que tener cuidado, porque hay personas a las que Dios ilumina en su interior, dándoles luz y entendimiento, claridad intelectual suficiente para entender que algo es completamente y verdaderamente cierto, a pesar de que aún no esté establecido que así sea. Y, en ese caso, puede haber un deber moral de ser consecuente con la propia conciencia y con la luz que ha recibido de Dios. Si una de estas personas se dejara llevar por sentimientos o pensamientos contrarios al buen pensar y al buen obrar, a la rectitud de conciencia, y decidiese negar lo que sabe que es verdad por envidia, por soberbia o por simple comodidad (para no complicarse la vida), no cabe duda que asume una responsabilidad moral ante su propia conciencia y ante Dios.

5. ¿Es lícito compartir y vivir con los demás (divulgar) una verdad de fe implícita aún no declarada?

Por supuesto, siempre y cuando se viva como una devoción privada, libre, no obligatoria, que no se puede exigir a los demás, y con absoluto respeto a la fe ya declarada y practicada en el seno de la Iglesia, nunca contradiciéndola ni interfiriéndola. De hecho, es así como los hoy dogmas llegaron a ser dogmas. Por ejemplo, el que hoy es dogma de la Inmaculada Concepción se vivió previamente y privadamente durante varios siglos, a través de muchas comunidades, congregaciones, particulares, etc., que lo creían y vivían anticipadamente, y trabajaban seriamente en su divulgación, con el objeto de solicitar al Papa que prestara atención a esta verdad, y le diera rango de verdad de fe universal. Y así fue como lo lograron.



Yo, David, soy el autor de este mensaje de nuestra presencia y cohabitación con Jesucristo en la Eucaristía