DAVID EUCARISTÍA: Aprender a confesarse cuando se lleva muchísimo tiempo (años) sin hacerlo

Aprender a confesarse cuando se lleva muchísimo tiempo (años) sin hacerlo




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Muchos católicos se enredan en una vida mundana durante años y años de su vida hasta que un día sienten la llamada de Dios de volver a la Iglesia y a los Sacramentos. Entonces, empiezan a recordar uno a uno sus pecados cometidos durante ese largo tiempo, y entran en pánico: son tan numerosos y tan graves que muchos da horror solamente recordarlos, quisiéramos tenerlos olvidados y no saber que los hemos cometido. Pero no es así, aunque ha pasado el tiempo, su memoria permanece, y nos avergüenzan y nos inculpan constantemente; huimos de aquellas personas y situaciones que nos relacionan con esos viejos pecados que escondemos. Esa es la prueba de que necesitamos perdón. Nuestras almas buscan Paz, necesitan Paz, están cansadas de llevar esos fardos a sus espaldas, Dios las llama a una renovación, y antes de la ascensión es necesario liberarnos de esos pesos innecesarios. Ha llegado la hora de la confesión.

Pero, ¿cómo hacerlo? Son tantos y tan enredados nuestros pecados que no sabemos ni por dónde empezar, más se nos parecen a una selva impenetrable. Tomemos un papel o bien abramos un documento en el ordenador o una nota en el teléfono móvil, y empecemos a escribirlos todos, uno a uno, según los recordemos. Cada vez que nos acordamos de uno nuevo pongámoslo rápido en la lista para que no se nos olvide. Pero, guardemos este papel o ese documento en un lugar secreto donde nadie lo pueda ver (mucha precaución con esto, pues si alguien los descubre, nos podría causar daño o nos causaría mucha vergüenza). Es imprescindible anotarlos cuando son demasiados, porque si no nos acordaremos; pero también es imprescindible asegurarlos en un lugar donde nadie los pueda leer. Si no podemos asegurarnos de que no los podrá leer nadie, entonces mejor no anotarlos por seguridad. Tal vez un lugar ideal es ese, una nota secreta en el teléfono móvil, así los podremos ir anotando allí donde estemos cada vez que los recordemos. Este proceso de preparación puede durar días y ¡¡¡hasta semanas!!!: paciencia.

Hemos de establecer un orden para agruparlos. Podemos elegir varios métodos. Una forma es clasificarlos según los mandamientos: vamos repasando uno a uno todos los 15 mandamientos que es preciso obedecer (los 10 de Dios Padre y los 5 de la Iglesia) y cada pecado que recordamos lo agrupamos en esa categoría. Otra forma es organizarlos según las obras de Misericordia o las Bienaventuranzas contra las que se ha pecado. También podemos ordenarlos según el tipo de pecado capital. Todo lo que nos ayude a comprender y detectar nuestros pecados es bienvenido. También hay guías de confesión disponibles, que hacen una relación de los pecados más frecuentes y nos ayudan a hacer el examen de conciencia. Desde mi propia experiencia, lo mejor es crear categorías con los tipos de pecados que más cometemos, porque son siempre los mismos, y entonces vamos detallando en cada tipo de pecado las veces que los hemos cometido y las circunstancias y agravantes.
Bien, una vez que los tengamos todos, llevamos el papel o la nota a la Confesión (es muy recomendable ponernos no de cara al sacerdote sino tras la rejilla, sobre todo si llevamos mucho tiempo sin confesarnos, eso nos facilitará más las cosas) y leemos al Sacerdote uno a uno todos los pecados cometidos, sin dejar ninguno. Y, luego que los hemos dicho todos, no importa que sean 20, 40, o más, nada más salir de la confesión tomamos ese papel, lo rompemos bien, para que ya nadie lo pueda leer y lo tiramos en cualquier papelera (si los tenías en un documento de ordenador asegúrate de eliminarlo, y luego ir a la papelera de reciclaje y de eliminarlo también allí o alguien podría recuperarlo de la papelera de reciclaje). Bien, concluido está. Toda esa retahíla de pecados ya ha sido perdonada y olvidada para siempre. No los recuerdes más, ya no existen.

¿Y qué pasa cuando al llegar a casa empezamos a recordar nuevos pecados que se nos olvidaron? Es normal, a todos nos pasa. No te preocupes: ya están perdonados. Pero, sin embargo, anótalos en un nuevo papel, pero bajo una nueva categoría: "Pecados ya perdonados pero no confesados aún". Como casi seguro, y desgraciadamente, al tiempo todos volvemos a pecar, vas anotando los pecados nuevos y, en tu próxima confesión, los dices, todos los nuevos pero, antes de terminar, le dices al Sacerdote: "Padre, hay otros pecados que, aunque yo sé que ya están perdonados, me gustaría decirlos también en confesión para mayor seguridad y tranquilidad mía, porque la anterior vez se me olvidaron; son estos y estos...". Piensa que la Iglesia manda que confesemos todos los pecados uno por uno, no basta decir que has pecado contra el 5º Mandamiento, eso no es así; sino que es obligatorio decir qué pecado concreto cometimos, describiéndolo (aunque sin dar detalles morbosos), y mencionando también las circunstancias agravantes así como la frecuencia con que lo cometimos.
Para una persona que lleva muchos años sin confesarse, volver a la Confesión le será un gran esfuerzo, tremendo, porque esos pecados acumulados serán un peso muy grande en su conciencia y pasará mucha vergüenza. Pero la liberación que obtiene de ello es tan grande, que bien merece el esfuerzo una y mil veces más.

Consejos finales para quien lleva mucho tiempo sin confesarse

1. Si te es posible ve a confesarte con un sacerdote que no te conozca personalmente, ve a una iglesia diferente de la que vas habitualmente; podría ser en un pueblo o ciudad vecino; o podrías aprovechar que estás de paso por una ciudad para confesarte. Esto facilita muchísimo dar ese temido paso de hacer la confesión tras mucho tiempo sin hacerlo, porque es y será mucha la vergüenza.

2. Busca a ser posible un confesionario con rejilla y ponte detrás de la rejilla. Es lo más correcto, pues nosotros no nos confesamos ante un hombre sino ante Dios. No importa que el sacerdote no nos vea. Este detalle también facilitará muchísimo dar el paso hacia la Confesión.

3. Te doy un consejo especial 100% efectivo. Cuando sientas mucha vergüenza, simplemente cierra los ojos y arrodíllate tras la rejilla, nada más. En cuanto hagas ese acto, ya no habrá más temor en tu alma, el Espíritu Santo vendrá y pondrá una Luz y una Alegría en tu Espíritu que no es posible entender ni describir; pues en el mismo instante que diste ese paso, ya Dios te perdonó y acogió en su Corazón y te proporciona la Gracia necesaria para que digas todo como si nunca antes lo hubieras cometido, es asombroso, milagroso pero real. En el momento que lo dices, todo fluirá de ti como una canción. Y es porque Dios ya te ha perdonado. Y ya solo queda el trámite eclesiástico en que el Sacerdote dará testimonio ante Dios y ante la Iglesia de tu confesión con la absolución sacramental.


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