DAVID EUCARISTÍA: Esta es la Oración más poderosa del mundo y la manera más poderosa y perfecta de orar

Esta es la Oración más poderosa del mundo y la manera más poderosa y perfecta de orar




Atención. Al acceder a este sitio web y a este artículo, usted reconoce haber leído y estar al tanto del correspondiente AVISO LEGAL sobre la propiedad intelectual, licencia para compartir, cookies, etc.

Ni la oración vocal, ni la mental, ni la contemplativa, ni ninguna oración escrita por nadie jamás: ninguna de esas es la mejor manera de orar ni la oración más poderosa. ¡LA COMUNIÓN EUCARÍSTICA!, ESA ES LA ORACIÓN MÁS PODEROSA DEL MUNDO, LA ORACIÓN TODOPODEROSA DE DIOS, LA ORACIÓN VIVA DE JESUCRISTO EN LA HOSTIA. Cuando estás comulgando en silencio estás realizando (Jesucristo contigo y tú con Él), aunque no seas consciente de ello, LA MISMA ORACIÓN DE JESUCRISTO EN LA CRUZ, la que hizo conmoverse al Cielo, al Padre y a todos los Ángeles, y ante la que todo el infierno queda reducido al fracaso.
Jn 14,13: «Y todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo».
Ninguna oración en el mundo es más efectiva y poderosa que la oración de Dios mismo, la oración Trinitaria que dirige Dios Hijo a Dios Padre por medio de Dios Espíritu Santo. Esa Oración Trinitaria y directa de Dios a Dios, es la que tiene lugar en el seno mismo de la Eucaristía. Jesucristo ora al Padre y el Padre responde de inmediato a sus peticiones, y el Espíritu Santo ejecuta al instante lo acordado. No hay dudas, no hay ambigüedades, no hay esperas, no hay límites: para Dios nada es imposible (cf Lc 1,37), la Eucaristía es Dios Omnipotente. Pero, ¿cuánta es tu fe para creerlo?; y si lo crees y lo sabes, ¿cuánta es tu decisión para actuar conforme a esa fe?

Por esa razón, no hay oración más grande que un ser humano pueda hacer, que participar en la Eucaristía debidamente y dignamente, y comulgar como se debe. Porque en el momento en que comulgamos, esa Oración Eucarística entra en nosotros y nosotros en Ella, y la Trinidad ora con nosotros y nosotros con la Trinidad, oramos a coro con todos los Ángeles y ellos con nosotros. Somos insertados y tomamos parte en esa Conversación Íntima y Eucarística de Dios. Dios nos escucha directamente y nosotros a Él. Luego, esforcémonos por aprender a comulgar como se debe comulgar para así aprender a orar de verdad: ESCUCHA ESTE MENSAJE, AQUÍ APRENDERÁS A COMULGAR DE VERDAD.

Tengamos en cuenta que la Oración que Jesús recita íntimamente unido contigo en la Hostia que tú acabas de comulgar ¡es la misma Oración que Jesús rezó en Getsemaní o en la Cruz!, igual; la misma que hizo cuando iba a hacerse Hombre para redimirnos, o las que hizo como Niño en el Vientre de María, la que hizo en alabanza a Dios Padre a la hora de su Resurrección, la misma que hizo cuando curó y resucitó a tantas personas, o cuando multiplicó los panes y los peces, etc. Todas y cada una de las oraciones que Jesucristo recitó en cada momento de su existencia, así como la que ahora mismo está recitando en el Cielo ante todos sus ángeles: todas están contenidas en esa sola Hostia contigo al comulgar. Y, cuando tú le comulgas a Él, te unes y rezas con Él y Él contigo, en una misma Oración ante Dios, no con palabras huecas no, sino silenciosamente inmersos en el Corazón Crucificado y Eucarístico de Jesucristo: ese Corazón que, crucificado, sin hablar, lo decía todo, y el Cielo entero lo escuchaba sin parpadear, atento a cada suspiro y a cada uno de sus pedidos.

Esto es lo que pasa cuando tú comulgas de verdad, que tú le pisas la cabeza a la Serpiente (Jesucristo la pisa en nombre tuyo), cumpliéndose en ti la Promesa del Padre Universal en Gn 3,15 de que la descendencia de la Mujer (Jesucristo) pisotearía la cabeza de la Serpiente (tú eres también su descendencia por medio de Jesucristo); y Satanás sale despavorido de tu vida, mientras que todo el Cielo y los ángeles acuden en tu ayuda (Mt 4,11: «Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían»). Cuando tú comulgas, como dije anteriormente, estás recitando en silencio (Jesús en la Hostia dentro de ti) la misma Oración Heroica y Victoriosa de Jesús en Getsemaní:


(Escena de la película «La Pasión de Cristo» de Mel Gibson, © Icon Productions, disponible públicamente en Youtube y publicada por el usuario RedH0plite Lógicamente, ni somos autores, ni lo hemos publicado nosotros ni tenemos derechos de propiedad intelectual).
Ahora que sabes esto, no pongas tu fe únicamente en meras oraciones vocales que se leen con distracción y a menudo de manera rápida e inconsciente (esas oraciones también valen en cierta medida, porque Dios escucha las intenciones del corazón, no se queda en los meros sonidos de las palabras). Luego están los otros niveles de oración, como la oración mental y la contemplativa, las cuales suelen presentarse como una forma mejorada de oración, lo cual es cierto. Pero, ninguna forma de oración es superior a la Oración misma de  Dios en la Eucaristía, la que está diciendo Jesús en la Hostia que tú comulgas. Cuando tú estás comulgando, ya no es que tú ores y pidas en nombre de Jesús, no, sino que ¡ES JESÚS QUIEN ORA Y PIDE EN NOMBRE TUYO!; su Oración viene y ocupa el lugar de la tuya, y habla al Padre directamente en nombre tuyo desde tu propio corazón, suplicándole «Abba, Padre, escúchame, soy Yo».


«Este es mi Hijo amado, escuchadle» (Mc 9,7)
Comulgar y unirnos a Jesús en su Cuerpo y en su Sangre de Verdad, insertándonos en el Seno de la Trinidad por medio de la Eucaristía, uniéndonos y consagrándonos voluntariamente y conscientemente con Él como un solo Cuerpo y Sangre, Alma, Humanidad y Divinidad en el en todas las misas del mundo: esa es la oración de Verdad. Aquí tienes una propuesta de oración eucarística plena:


ORACIÓN (para ser dicha mentalmente directamente a la Hostia cuando la estamos comulgando, estando de rodillas, con las manos unidas y los ojos cerrados, en profunda humildad y silencio). Dios mío Jesucristo, yo quiero ser Eucaristía como Tú. En mi bautismo fui consagrada Hostia Tuya, mi cuerpo te fue donado como Pan, y mi sangre como Vino, para ser tuya de por vida en la Eucaristía. Por eso yo te comulgo, para renovar mi amor por Ti; yo renuevo y revivo mi bautismo en la Eucaristía, para que a través de esta Sagrada Unión en la Comunión yo me convierta más y más en Ti. Que toda mi alma se transfigure en Ti, que mi alma sea Hostia, Eucaristía viva. Haz que yo sea el cuerpo y la sangre con las que Tú hagas Tu Santísima Eucaristía. Quiero ser vida como Tú, que eres el Pan de la Vida. Quiero ser amor como Tú, que eres el Pan del Amor. Quiero en Ti amar y comulgar a los demás, y en los demás amarte a Ti y comulgarte a Ti; y que en Ti puedan también comulgarme a mí, y que en mí te comulguen y reconozcan a Ti. Que todos nosotros seamos uno Contigo, siempre unidos Contigo en la Sagrada Comunión, formando un solo Cuerpo y Sangre, Alma, Humanidad y Divinidad, los unos con los otros y todos nosotros Contigo, como así Tú mismo lo pediste y deseaste en Jn 17,21-24. Para que habitemos todos en Ti, y seamos huéspedes de tu Amor Divino, y habitantes Contigo de la Sagrada Eucaristía hasta la eternidad del Cielo y de Tu Amor; algo que Tú también deseaste y expresaste en Jn 12,26, y en Jn 14,3; que allí donde Tú estuvieras (en la Eucaristía como en el Cielo, y en el Cielo como en la Eucaristía), querías que estuviéramos también nosotros Contigo. Allí estaremos Señor, siempre unidos Contigo, desde ahora por adelantado en cada Misa y Comunión, y un día eternamente y para siempre en el Cielo. Amén.
La oración es más que una simple cuestión de técnica, como algunos la plantean: la oración es ante todo una cuestión de Mérito, de quién la hace, porque Dios Padre va más allá de las apariencias, y mira la intención oculta en los corazones, y no hay Corazón más digno y sincero que el de su Hijo Jesucristo. Y nosotros, al comulgar, tomamos parte en la Oración del Hijo. No es cómo se dice, sino QUIÉN la dice, lo que la hace efectiva: la oración del justo es siempre superior. No es igual la oración del que hace injusticia a su prójimo, aunque la recite con la técnica de un orador, que la del que está recibiendo inocentemente esa injusticia y pone su confianza en Dios, aún cuando no tenga ni sepa palabras para orar: ¿a quién de los dos escuchará Dios?, ¿a favor de cuál de los dos actuará pronta su Justicia? La respuesta la da la Palabra: «Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; pero si uno es temeroso de Dios y hace su voluntad, a ese sí lo escucha» (Jn 9,31). Por ello temamos hacer injusticia contra el inocente, pues la sangre de cada Abel reclamará justicia ante Dios: «El Señor, replicó: "¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde el suelo"» (Gn 4,10).

Dios quiere y espera de nosotros «más que palabras», para Él cuentan más los hechos que las palabras, Él quiere una oración íntima y sincera nacida del corazón y que esté en conformidad con nuestra vida y nuestras obras: «No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» (Mt 7,21). Si oráramos así, entonces no necesitaríamos hablar, porque sin haber abierto aún los labios ya Él lo sabría todo. La siguiente canción lo expresa muy bien:


Canción «More than words» del grupo Extreme, versionada por Enrique Vidrio, disponible y publicado en Youtube por Enrique VidrioAviso: no somos sus autores ni poseemos derecho alguno de tipo legal sobre esta canción publicada en Youtube.

Leer también: 

Solicitamos al Papa Francisco y a los Obispos que aprueben el Dogma de la Cohabitación Eucarística de la Virgen María y de todas las Almas en Gracia Santificante, con Jesucristo en la Eucaristía
Yo, David, soy el autor de este mensaje de nuestra presencia y cohabitación con Jesucristo en la Eucaristía

Otras lecturas muy recomendadas:
Nosotros también estamos en la Eucaristía, sobrenaturalmente, con Jesucristo