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La razón es que ese es el plazo de seguridad en el que se estima que la Hostia que hemos consumido, y que ya está en proceso digestivo, se ha disuelto completamente en nuestro interior, y el pan físico ha perdido su naturaleza en cuanto pan, por lo que ya la Presencia física de Jesucristo ya no estará en la materia del pan consumido durante la Comunión.
Si comemos antes, estaríamos mezclando los alimentos comunes con el Alimento Sagrado, lo profano con lo Sagrado, lo mundano con lo Divino, lo vulgar con Jesucristo en el Pan. Esa es una de las razones por las que la Iglesia establece el ayuno eucarístico de 60 minutos antes de comulgar (saber más sobre esta cuestión), pero ese ayuno eucarístico debería ser también obligatorio durante 30 minutos después de comulgar.
Esperemos un tiempo prudente. Algunos lo estiman en 15 minutos, yo recomiendo un mínimo de 30 minutos, desde la hora en que comulgamos. Y si, transcurridos esos 30 minutos, tenemos prisa por comer, mejor todavía si además tomamos primero un vaso de agua, para que el agua vaya disolviendo los posibles restos minúsculos de Hostia que aún pudieran quedar sin disolverse en nuestro interior, y que en el momento de comer ya no quede nada.
La razón es que ese es el plazo de seguridad en el que se estima que la Hostia que hemos consumido, y que ya está en proceso digestivo, se ha disuelto completamente en nuestro interior, y el pan físico ha perdido su naturaleza en cuanto pan, por lo que ya la Presencia física de Jesucristo ya no estará en la materia del pan consumido durante la Comunión.
Si comemos antes, estaríamos mezclando los alimentos comunes con el Alimento Sagrado, lo profano con lo Sagrado, lo mundano con lo Divino, lo vulgar con Jesucristo en el Pan. Esa es una de las razones por las que la Iglesia establece el ayuno eucarístico de 60 minutos antes de comulgar (saber más sobre esta cuestión), pero ese ayuno eucarístico debería ser también obligatorio durante 30 minutos después de comulgar.
Esperemos un tiempo prudente. Algunos lo estiman en 15 minutos, yo recomiendo un mínimo de 30 minutos, desde la hora en que comulgamos. Y si, transcurridos esos 30 minutos, tenemos prisa por comer, mejor todavía si además tomamos primero un vaso de agua, para que el agua vaya disolviendo los posibles restos minúsculos de Hostia que aún pudieran quedar sin disolverse en nuestro interior, y que en el momento de comer ya no quede nada.
Yo, David, soy el autor de este mensaje de nuestra presencia y cohabitación con Jesucristo en la Eucaristía