DAVID EUCARISTÍA: La Eucaristía es la Puerta ÚNICA y verdadera por la que entramos al Cielo y al Paraíso

La Eucaristía es la Puerta ÚNICA y verdadera por la que entramos al Cielo y al Paraíso




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La Eucaristía es la Puerta de entrada al Cielo y al Paraíso con Dios: quien por Ella entre no se perderá, sino que habitará en Ella por siempre jamás, y hallará pasto para la vida eterna.

Jn 10,7-11: «Volvió, pues, Jesús a decirles: "De cierto, de cierto os digo: Yo soy la Puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de Mí eran ladrones y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la Puerta; el que entre por Mí, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; Yo he venido para que tengan Vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el Buen Pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas"».

La Verdadera Puerta es la Eucaristía, es Ella el Prado del Cielo lleno de pastos y manjares suculentos con los que las almas pueden alimentarse y crecer indefinidamente hacia Dios. El que lo encuentre no pasará más hambre ni sed, sino que su alma nadará en la completa abundancia: «Yo soy el Pan de la Vida; el que viene a Mí no tendrá hambre, y el que cree en Mí nunca tendrá sed» (Jn 6,35). Ya no tendrá que comprar ni que mendigar, ni que esperar desfallecida y hambrienta hasta que alguien se acuerde ella, porque ahora será ella la que vivirá en total abundancia; y, tanta será, que podrá dar y compartir con los demás y nunca se le acabará. La Eucaristía será para ti aquel cesto lleno de panes y peces que cuanto más se daba más crecía y se multiplicaba su contenido.

Entrar por una puerta no es pasar a su lado, ni tampoco tocar ni llamar, sino que implica cruzar y experimentar un cambio de estado y de lugar, pasar de un lado al otro, de un plano al otro de la vida. O somos del mundo o somos de Dios, pero de los dos a la vez imposible: ¿tú lo has conseguido?, lo dudo. Nadie puede entrar al Cielo sin pasar por la Eucaristía, y nadie puede entrar en la Eucaristía sin hacerse también él Eucaristía, lo cual implica rebajarse hasta la humildad, mansedumbre y disponibilidad de Jesucristo. Por eso la Eucaristía es la Puerta estrecha y angosta difícil de encontrar y de cruzar: «Esforzaos a entrar por la Puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán» (Lc 13,24). Y, no basta con comulgar de manera superficial; si esa Comunión no lleva a una transformación personal y no trae frutos concretos y reales en nuestra vida, a pesar de que hayamos «comido y bebido» con Él (cf Lc 13,26), podríamos encontrar la Puerta cerrada por la sencilla razón de que nunca la abrimos verdaderamente, ya que nunca nos decidimos de verdad (cf Lc 13,25). No podemos titubear con Dios, el tiempo pasa, no demoremos la decisión, un día podrá ser demasiado tarde: la misma Puerta que hoy está abierta para nosotros esperando nuestra llegada, mañana podríamos encontrarla cerrada. ¡Apresúrate y pasa hoy!




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