DAVID EUCARISTÍA: El Amor Eucarístico Trinitario de Jesucristo, el Amor Perfecto, que Dios quiere que todas las almas vivamos con Él en la Eucaristía

El Amor Eucarístico Trinitario de Jesucristo, el Amor Perfecto, que Dios quiere que todas las almas vivamos con Él en la Eucaristía




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Jesucristo diseñó la Eucaristía para que en Ella le amemos y adoremos a Él, y con Él al Padre y al Espíritu Santo. Y, con Ellos, tengamos a toda la Iglesia Universal: al Cielo, al Purgatorio y a la Tierra. Y de ese Amor Divino no estamos excluidos nosotros, las almas aún en la Tierra, sino todo lo contrario, lo necesitamos más que nadie. Esa es la razón de comulgar, recibir el Amor de Dios hecho Carne en la Eucaristía, para que lo podamos recibir con toda certeza, con seguridad y sin dudas: ALLÍ ESTÁ ÉL. Y que, recibiendo el Amor, aprendamos a amar como Dios ama; porque de ello depende nuestra salvación y libertad.

Jesucristo quiere que en la Eucaristía realicemos y vivamos con perfección las dos dimensiones del Amor Divino —el amor a Dios y el amor al prójimo—, comulgándolo a Él y, en Él, comulgándonos los unos a los otros. Es así como ocurrirá la eucaristización del mundo, la transfiguración eucarística de todas las almas, cuando todas se amen y vivan unas a otras en Él y a través de Él en la Eucaristía. La Eucaristía no es solamente el Puente de unión con Dios, sino también el Puente de unión entre nosotros mismos, los unos con los otros.

Cuando vivimos esta doble dimensión de la Eucaristía, amando y comulgando a Dios y amando y comulgando al prójimo, surge una Trinidad de Amor Eucarístico que será la estructura eucarística elemental y primordial, sobre la que se construirá la Gran Comunión Universal de todas las Almas en la Eucaristía por medio de Jesucristo: la Eucaristización total del mundo.



Para vivir este Amor Eucarístico Trinitario, tenemos que construirlo todos y cada uno de nosotros en el momento de la Comunión Eucarística, comulgando a Jesucristo y en Él comulgando una a una y con mucha calma a todas las almas que Dios nos vaya inspirando (es labor de años y para toda la vida y más). En ese momento pedimos a Jesucristo poder formar con Él esa Trinidad, que no es sino la misma Alianza que Él fundó en el momento de instituir la Eucaristía. Esta Alianza se realiza con otras personas que conozcamos de común acuerdo, o con otras almas como acto de intercesión, o con las almas del Cielo o del Purgatorio. Es así como se realizará la inmersión de la Humanidad y del mundo en la Eucaristía con Jesucristo para que allí donde va y está la Cabeza de la Iglesia, esté también el Cuerpo y habite con Él: en el Santísimo Sacramento.
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Yo, David, soy el autor de este mensaje de nuestra presencia y cohabitación con Jesucristo en la Eucaristía