DAVID EUCARISTÍA: Enamoradas y enamorados, anclen sus «candados» de amor en la Eucaristía, el único amor verdadero y eterno que les asegura la protección y la bendición de Dios

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Ya conocemos la moda de anclar candados sobre muchos puentes del mundo, como un símbolo del propósito y promesa de muchas personas que se aman de permanecer siempre juntos, en esta vida, e incluso una unión que continúe después de esta vida, que es el sueño de amor eterno por el que toda alma suspira. Sin embargo esos candados de metal se oxidan, y acaban rompiéndose, o bien muchísimo antes son retirados por los servicios de mantenimiento de las ciudades. Pero eso no es lo importante, sino que esas promesas de amor al estar muy a menudo fundamentadas sobre el simple propósito humano, y siendo la voluntad humana tan cambiante, a menudo se quedan en un bonito sueño que, al cabo de un tiempo se rompe. Y, entonces, quedará el candado, pero no la unión, y ese candado de símbolo de una promesa se convierte en memoria de un fracaso. Cuando ese amor, hasta entonces idílico, se desvela falso y surgen las traiciones, infidelidades y abandonos entre parejas; entonces, llega la hora del desengaño, llega la hora de la verdad.

(Vídeo disponible públicamente en internet, publicado en Youtube por . No somos sus autores)

Yo les diré dónde deben ustedes poner sus Candados de Amor para que su unión sea Eterna y Verdadera: en el Puente del Verdadero Amor que no falla jamás, que no traiciona nunca, que perdona y no es vencido por ningún pecado, que permanece y continúa íntegro aún más allá de la muerte. Pongan sus Candados de Amor en el Puente de Amor de la Eucaristía, en Jesucristo. La Eucaristía es el Verdadero Puente del Amor que une las almas, pero no ya como un mero sueño o propósito humano, sino como un algo real y realizado por medios sobrehumanos, a través del Poder de Dios, y cuyas potencialidades son inimaginables. En la Eucaristía Dios se hace Carne (realidad sensible de este mundo), para actuar como Puente y unir por medio suyo la Tierra y el Cielo, lo pasado y presente y futuro, todas las almas salvadas o en Gracia de todos los tiempos y lugares de este universo quedamos unidas en Él y a través de Él. Y, si tal es su Poder para unir las almas más distantes en su Amor, ¡cuánto será su poder para unir a dos personas que ya se conocen y ya se aman! Jesucristo es la Roca Firme y Eterna e Inmortal (cf Mt 16,18) que no falla y que no fallará jamás, ni en esta vida ni en la otra, que perdura más allá de la muerte, para que todo lo que en Él se construya perdure hasta la vida eterna. Las almas que se unen así, en la Eucaristía con Él, quedarán unidas para siempre como «uvas» de un mismo racimo de la única Vid que es Él (cf Jn 15,5); cohesionadas, unidas y alimentadas de una misma Savia, de un mismo Amor, para siempre y en toda la eternidad: nada les faltará al amparo de su Refugio, que es su Sagrado Cuerpo en la Eucaristía.

Por tanto, la manera de las almas unirse de verdad y para toda la vida, con un amor incorruptible y verdadero, no humano sino divino, es por medio de Dios en la Eucaristía; para lo cual deben UNIRSE Y COMULGARSE mutuamente la una a la otra, en la Comunión Eucarística y, allí en la Comunión, ante Jesucristo, manifestarle su propósito de unirse, de amarse, de permanecer unidos y ser mutuamente fieles para siempre a Él y, por medio de Él. Esta Unión de Amor será total, divina y verdadera, fiel y veraz, y será realizada y sellada con el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, con su Amor de la Cruz, y anclada no en un puente corruptible sino en su Madero de la Cruz Incorruptible, fijada no con candados que se oxidan sino con los Clavos Incorruptibles de su Amor. En un amor así, sí se puede creer y confiar, y se estarán poniendo las bases para una verdadera vida juntos bajo la protección y la bendición de Dios para siempre.

En cambio, cuando el amor es humano pero no fundamentado en Dios, en Jesucristo, en la Eucaristía, se hace patente el engaño en que viven miles y miles y miles de parejas, que se juran amor eterno, desde sus propios medios, guiados de su pasión y simples propósitos humanos. Pues el único Eterno es Dios, y nada puede hacerse en la eternidad sin contar con Dios: todo lo que se construye en la eternidad fuera de Dios se construye en el vacío y su destino es la nada. Esos amores «eternos» esconden muchos buenos y bellos propósitos pero, a la vez, ¡tantas decepciones!, ¡tantos engaños! Cuando un amor se construye sin Dios, fuera de Dios, al margen de la Eucaristía, es como lanzar bonitas «pompas de jabón» al mundo para que las admiren y envidien los demás pero que, con el paso del tiempo, se corrompen y descubren como meras ilusiones; cuando llega la hora de la muerte, se desvanecen completamente, porque no tienen ningún fundamento para seguir existiendo más allá de esta vida si no están fundamentadas en la Verdad de Dios: «Sin Mí no podéis hacer nada. El que no recoge Conmigo desparrama» (Jn 15,5; Mt 12,30).

(Vídeo disponible públicamente en internet, publicado por . No somos sus autores)

Así, muchas personas viven en situaciones pecaminosas a las que llaman «amor» pero que detrás esconden una diversidad de graves pecados. Tenemos como ejemplo el amor adúltero de Herodes y Herodías, condenado por San Juan Bautista, así como muchos otros que, aunque ante el mundo resultaban llamativos y envidiables, sobre todo si estaban aderezados de popularidad y dinero, ante Dios eran pecaminosos. Y, muchos llaman amor a esos actos de pecado y de traición, y se juran eterna fidelidad; pero, si esos juramentos están hechos en el pecado, los que los hacen acabarán condenados de no arrepentirse a tiempo: al pasar a la otra vida, esas ataduras de pecado, de placenteras de convertirán en tormentos de remordimiento y acusación, de condena pública y personal, en cadenas eternas de las que ya nunca más se pueden liberar; y, sus paraísos soñados, se verán convertidos en verdaderos infiernos, en pesadillas eternas.

Sin embargo, todas las almas que se unen y aman con el Amor de la Eucaristía, sin prescindir de Dios, sino fundamentando su amor en Dios a través del Medio que Él nos da para amar —la Eucaristía—, estarán estableciendo uniones de amor trinitario y eucarístico, en un amor que no es de esta tierra, que no se realiza por medios humanos sino por medios sobrehumanos, un amor que los mismos ángeles admiran y protegerán. Esas almas, han fundamentado y construido su amor sobre la Roca que no falla, sobre la Eterna Roca del Amor Divino, aquella que venció a la muerte, y que supera las fronteras del tiempo y del espacio, aquella que perdura hasta la Vida Eterna. Y esas almas encontrarán para su más completa felicidad, que su Amor es eterno y verdadero, esta vez sí, y que ni muerte ni nada ni nadie, puede disolverlo, sino Dios, porque está construido en Él y es Suyo y le pertenece. Y, las almas unidas en este modo, habrán sido como cirineos uno del otro, valiéndose de su amor en la tierra, para ayudarse mutuamente a alcanzar el Cielo, animándose a caminar juntos por el Verdadero Camino que lleva a la Vida y a la Libertad, donde no espera el desengaño, sino donde lo que les espera supera y superará todas sus expectativas de felicidad.

Que lo que la Eucaristía ha unido, que no lo separe el hombre (cf Mt 19,6).

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