DAVID EUCARISTÍA: La Comunión Eucarística debe hacerse de rodillas y en la boca

La Comunión Eucarística debe hacerse de rodillas y en la boca


Atención. Al acceder a este sitio web y a este artículo, usted reconoce haber leído y estar al tanto del correspondiente AVISO LEGAL sobre la propiedad intelectual, licencia para compartir, cookies, etc.


La Hostia consagrada en la Misa no es ya pan sino Jesucristo, ya no es una cosa sino una Persona, ya no es materia inerte e insensible sino un Ser vivo y sensible: es Dios hecho Carne, y hay que darle todo el amor, el respeto, la adoración y la reverencia que podamos y que merece. Hay que recuperar la comunión de rodillas como un signo de reverencia al Santísimo Sacramento. 
Flp 2,10: «Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo».
Is 45,23: «Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia, una palabra irrevocable: Ante Mí se doblará toda rodilla, por Mí jurará toda lengua».
La forma correcta de comulgar es en la boca y de rodillas, porque ese es el lugar que corresponde ocupar al hombre ante Dios, de quien depende todo, su vida en este mundo y su salvación eterna. Ponernos de rodillas ante Dios al comulgar es un acto público de reconocimiento de nuestra completa dependencia hacia Él; reconocemos nuestra total indignidad ante su Grandeza, y a la vez su Inmensa Misericordia al abajarse hasta nosotros en nuestra pequeñez y en nuestro pecado. Al nosotros arrodillarnos ante la Hostia estamos reconociendo el Poder de Jesucristo, nuestra fe en su Palabra y en la Iglesia y en el Sacerdocio por Él instituidos; es un acto de grande e inmenso valor ante el Dios del Cielo del que se regocijan los ángeles, y cuyas consecuencias para nuestra fe son tan grandes que no las podemos imaginar, y acarrea sobre sobre nosotros grandes bendiciones de Dios.

Declaraciones del Papa Emérito Benedicto XVI en la Basílica de San Juan de Letrán (22/5/2008):
«Nosotros, los cristianos, nos arrodillamos solo ante el Santísimo Sacramento porque, en Él, nos sabemos y creemos estar en presencia del único y verdadero Dios». Y agregó: «Estoy convencido de la urgencia de dar de nuevo la Hostia directamente en la boca a los fieles, sin que la toquen» y «de volver a la genuflexión en el momento de la comunión como signo de respeto».

El Cardenal Cañizares, hasta hace poco Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, recomendó también la Comunión de rodillas y en la boca. En entrevista concedida a ACI Prensa (ACI/EWTN Noticias, 27/7/11), el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, Cardenal Antonio Cañizares Llovera, señaló que es recomendable que los católicos comulguen en la boca y de rodillas. Asimismo, al responder a la pregunta de ACI Prensa sobre la costumbre promovida por el entonces Papa Benedicto XVI de hacer que los fieles que reciben la Eucaristía de él lo hagan en la boca y de rodillas, el Cardenal Cañizares dijo que eso se debe «al sentido que debe tener la comunión, que es de adoración, de reconocimiento de Dios [...] Es sencillamente saber que estamos delante de Dios mismo y que Él vino a nosotros y que nosotros no lo merecemos», afirmó. El Purpurado dijo también que comulgar de esta forma «es la señal de adoración que es necesario recuperar. Yo creo que es necesario para toda la Iglesia que la comunión se haga de rodillas [...] De hecho –añadió– si se comulga de pie, hay que hacer genuflexión, o hacer una inclinación profunda, cosa que no se hace». El Cardenal dijo además que «si trivializamos la comunión, trivializamos todo, y no podemos perder un momento tan importante como es comulgar, como es reconocer la presencia real de Cristo allí presente, del Dios que es amor de los amores como cantamos en una canción española».

La Iglesia siempre comulgó y ha comulgado de rodillas

La comunión de pie y en la mano es una introducción absolutamente novedosa, ajena a la costumbre bimilenaria de la Iglesia. Es una ruptura con todos los Papas y Obispos y Santos del pasado, ignorando y despreciando lo que ellos nos recomendaron y enseñaron; dando por buena la novedad frente a la tradición. Si bien en los primeros siglos de la Iglesia, debido a la dispersión de las distintas comunidades que se iban formando, hubo distintas corrientes y unos comulgaban de una manera y otros de otra, luego que se fueron celebrando los sucesivos concilios se redactó doctrina definitiva y se estableció como norma universal la comunión de rodillas y en la boca. Esto ha sido así, con tanta fuerza, que jamás volvió a plantearse esa cuestión hasta hoy. De hecho esa norma universal de comulgar de rodillas y en la boca, es la que sigue hoy vigente, pues es enseñanza definitiva de la Iglesia, razón por la cual para poder introducir la comunión de pie y en la mano tuvieron que recurrir a un indulto a esa ley, una bula, una excepción a la norma para casos específicos. Lo cual ya es un signo de la veleidad de esta concesión y de su inconsecuencia con la tradición y vida de la Iglesia. Visto desde la óptica de la historia, esta concesión podría verse como un mero capricho temporal que, así como fue concedido, podrá ser anulado cuando el Papa así lo desee.

¿Por qué es tan importante hoy recuperar la comunión de rodillas?

Porque el comulgar de pie y en la mano ha ido poco a poco mermando la fe en la presencia eucarística del pueblo cristiano (ver demostración del porqué haciendo clic aquí), hasta tal punto que cada día son mayores las irreverencias, las faltas de respeto al Santísimo Sacramento, y la apostasía y pérdida de la fe es rampante. Desde que se dejó de dar la máxima reverencia al Santísimo Sacramento, introduciendo la comunión de pie y en la mano, la fe de la Iglesia se ha debilitado de manera progresiva a lo largo de los años y, como consecuencia, la vocación y fe de los sacerdotes ha resultado también debilitada. La pérdida del sentido de su propio ministerio proviene de la pérdida de amor, fe, respeto al Señor en su Cuerpo Eucarístico. Pues los sacerdotes también sufren de ver que su Amado, consagrado por ellos mismos, es irreverenciado ante sus mismos ojos, y con esas irreverencias es la propia fe del sacerdote la que está siendo ultrajada, empujándole a una crisis vocacional y de fe. Cuando se irreverencia la Eucaristía, se irreverencia el Sacerdocio, y se debilita a toda la Iglesia desde sus cimientos. Si un sacerdote al dar la Comunión a alguien le dice «El Cuerpo de Cristo» y luego esa persona la recibe de manera irreverente, como cualquier cosa, ¿qué puede sentir el sacerdote para sus adentros? ¿afianza o debilita esa acción la fe del propio sacerdote?.

Pero si es así ¿por qué el Papa y sus obispos no mandan directamente que todos comulguen de rodillas y asunto resuelto?

Porque en el seno de la Iglesia, como en la parábola, conviven el trigo y la cizaña (cf Mt 13,24-52). Y, como entonces, Dios debe considerar que dada la situación actual, en que esta mala práctica litúrgica está tan extendida y arraigada, no convenga aún erradicarla, para no dañar el trigo, la semilla buena. Pues si ahora mismo se prohibiera, seguramente habría escisiones (conflictos y hasta posibles cismas) en el seno de la Iglesia. Podría hasta ocurrir que diócesis enteras de corte progresista se rebelen y desobedezcan al Papa, con el escándalo y mal ejemplo que conllevaría para el resto de la Iglesia y el clima de confrontación a que daría lugar. Muchísimos obispos, y quizá hasta el Papa, están deseando la restauración de la Comunión en la boca y de rodillas; pero también hay muchos obispos que están deseando lo contrario, y no desean retornar a costumbres «del pasado» que consideran ya «superadas» (es que lo que la Iglesia tardó más de mil años en aprender, ellos «lo han superado» en apenas unas decenas de años, son increíblemente «espabilados»).

¿Puede alguien prohibirme comulgar de rodillas?

Nadie puede impedir a un fiel homenajear a su Dios como su alma desea, y a Dios todas las generaciones le han honrado arrodillándose ante Él. Para proteger a los fieles que así lo desean y asegurarse de que nadie impidiera a un católico el legítimo derecho a comulgar a su Dios en la boca y de rodillas, el hoy Santo Papa Juan Pablo II, en su momento mandó publicar la Instrucción Redemptionis Sacramentum, donde dice:
#90. Los fieles comulgan de rodillas o de pie, según lo establezca la Conferencia de Obispos, con la confirmación de la Sede Apostólica.
#91. No es lícito negar la sagrada Comunión a un fiel, por ejemplo, sólo por el hecho de querer recibir la Eucaristía arrodillado o de pie.

¿Qué significado y qué efecto tiene en cuanto a la fe el comulgar de rodillas?

Comulgar de rodillas es un reconocimiento público de que allí, en la Hostia, está Jesucristo realmente presente, como Dios y Rey, ante quien el comulgante se reconoce inferior y necesitado de Él en todas las dimensiones de su existencia. Es un gran acto de fe, muy meritorio, que hace a la persona merecedora de grandes bendiciones de parte de Dios. Y al manifestar la fe con tanto coraje, se está fortaleciendo la propia fe, haciéndola cada vez más robusta y creíble. Además al contribuir con el propio ejemplo a revitalizar la fe en la Presencia Eucarística, esas personas se están convirtiendo en almas reparadoras y reconstructoras de la Iglesia de Jesucristo, y están educando y fortaleciendo también la fe de los demás. La propia fe del Sacerdote es realmente fortalecida al comulgar de rodillas, ya que reconociendo con tanta fe y humildad la Divina Presencia, se está reconociendo el inmenso Poder que Dios ha dado al Sacerdote para, bajo pedido suyo, transformar el pan en Cuerpo de Dios y el vino en Sangre de Dios, haciendo presente al Dios del Cielo en medio de la asamblea de creyentes.

¿Tengo el deber de comulgar de rodillas?

Actualmente la Iglesia permite comulgar tanto de pie como de rodillas, sin embargo no significa que ambas formas sean igual de meritorias ni igualmente agradables a Dios. Dado que la Iglesia deja a libertad del creyente el modo de comulgar, lo recomendable es elegir la forma mejor. Y la mejor es la forma tradicional, la de siempre, desde que la Iglesia es iglesia, y la que han seguido todos los santos en toda la historia: DE RODILLAS. Porque es así como más reverencia y honra das a Dios. Y el primer mandamiento nos manda dar a Dios toda la honra y la máxima gloria y homenaje, con todo nuestro ser, no solamente con nuestra alma interior, sino también con la manifestación pública y externa a través de nuestros gestos y posturas.

Y quizá digas: «Pero yo no necesito eso, pues yo honro a Dios en mi interior y eso basta».

La respuesta es NO. Si todos honrásemos a Dios únicamente en nuestro interior, no haría falta la Iglesia, pero Dios quiere la Iglesia como manifestación de su presencia y acción en el mundo. Por eso, Jesucristo nos exige testimonio público:
Mt 10,32-33: «Por tanto, todo el que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Pero cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos».
Mc 8,38: «Porque cualquiera que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles».
En las Apariciones de Fátima, el Ángel enseña a los niños a comulgar de rodillas

Apariciones de Fátima (tercera aparición del ángel):
«Llegó el otoño y en el mismo lugar que la primera vez, en el monte O Cabeço, mientras el rebaño pastaba tranquilamente y ellos rezaban de rodillas y rostro en tierra las oraciones del Ángel. Percibiendo una luz sobrenatural encima de ellos levantaron sus ojos y vieron nuevamente al Ángel. Llevaba un cáliz sobre su mano izquierda, y sobre el cáliz una hostia. De la hostia brotaban algunas gotas de sangre que iban a caer dentro del cáliz. Entonces, dejando suspendido en el aire el cáliz con la hostia sangrante, se arrodilló e hizo repetir a los niños tres veces esta oración: 
"Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indeferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os pido la conversión de los pobres pecadores".
Después, levantándose, tomó de nuevo el cáliz y la hostia y los ofreció a los niños. Lucía recibió la hostia, mientras que Jacinta y Francisco tomaron del contenido del cáliz. Y mientras hacía ésto, el Ángel decía: "Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios».
Crecía día a día en los niños el amor a Dios, el deseo de reparación por las ofensas que recibía, y el anhelo de sacrificio por la conversión de los pecadores. Dice Lucía: «Llevados por una fuerza sobrenatural que nos envolvía imitábamos en todo al Ángel, y postrándonos en tierra como él, repetíamos las oraciones que nos había enseñado».

Bien, me he decidido y quiero comulgar de rodillas, pero siento mucha vergüenza, ¿qué hago? ¿Y si me arrodillo para comulgar pero luego el sacerdote me manda levantarme?

La respuesta a estos interrogantes tan comunes están disponibles aquí.



Yo, David, soy el autor de este mensaje de nuestra presencia y cohabitación con Jesucristo en la Eucaristía