DAVID EUCARISTÍA: Quiero comulgar de rodillas pero me da vergüenza. ¿Y si el sacerdote me manda levantarme qué debo hacer?

Quiero comulgar de rodillas pero me da vergüenza. ¿Y si el sacerdote me manda levantarme qué debo hacer?


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Quiero comulgar de rodillas, pero me da mucha vergüenza
Es normal que si nunca lo has hecho, te dé vergüenza comulgar de rodillas en un ambiente donde la casi total mayoría lo hace de pie. En ese caso, pídeselo al Señor en oración, que te dé el don de comulgarle de rodillas. Es tan agradable esto a Dios y le da tanto honor, que no tardará mucho en concedértelo, ya que es por su Gloria. En los tiempos que corren, el comulgar de rodillas es una gracia del Espíritu Santo: no lo hace quien quiere, sino quien Dios quiere. Por eso debes solicitar al Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús en oración que te conceda esa gracia, y ten por seguro que te la concederá si la pides de verdad.

¿Podría el sacerdote negarme la Comunión por querer tomarla de rodillas?

Poder, legalmente no puede, pues la Iglesia autoriza y ampara este modo de comulgar para los fieles que así lo deseen (pulsar aquí para saber más). Sin embargo, debido a la situación confusa que vivimos a este respecto, pueden darse situaciones como esas, principalmente por alguna de las dos razones que siguen:

1. Por responsabilidad del propio fiel:
  • Actitudes arrogantes de algunos fieles. Algunas personas que quieren empezar a comulgar de rodillas y en la boca, en lugar de apocarse como los demás dado el ambiente poco propicio que se encuentran, se envalentonan con actitudes arrogantes dispuestos a discutir con el sacerdote y «con quien sea». Y esas actitudes son ofensivas para los sacerdotes, que acaban respondiendo, a veces con pleno derecho, ante esas situaciones. Eso es totalmente incorrecto. Nunca debemos tomar esa actitud de prepotencia y nunca discutir con nadie sobre esto, muchísimo menos con el sacerdote. Tengamos presente que ellos son también víctimas de esta situación, igual que lo fuimos nosotros, y necesitan oración e intercesión a su favor, para ayudarles a entender. Y el ejemplo que nosotros les demos, es esencial. Si les damos ejemplo de irritabilidad y falta de paciencia, solo les transmitiremos la imagen de fanatismo, pues en Dios las cosas se logran desde la fe y la paciencia y el ejemplo, no desde la imposición y las exigencias. Si vamos a comulgar ante Dios con suma humildad también hemos de ir con humildad y respeto ante el sacerdote. Eso no significa renunciar a nuestros principios y razones, sino ejercer la caridad y la paciencia con los demás, desde la fidelidad a la verdad.
     
  • Temor, miedo e inseguridad del fiel. Hay muchos casos de personas que de buena voluntad desean comulgar de rodillas pero nunca lo han hecho, y en sus comunidades nadie lo hace, y tienen mucho miedo «a que los regañen» si lo hacen, como si estuvieran haciendo algo malo. Para hacer lo verdaderamente malo no tenemos miedo, y lo hacemos con descaro, pero ¡ay que ver cuánto miedo nos pone el enemigo para hacer lo que es honesto y bueno! Estos fieles suelen ir primero al sacerdote a consultarle si pueden comulgar de rodillas, pero no lo hacen por pedirle permiso al sacerdote, no, sino por el miedo que tienen a ser rechazados y reprendidos en público; y por eso van a preguntarle primero al sacerdote para asegurarse de que no les va a suceder a ellos. Y, claro, el sacerdote se verá en un gran aprieto, ya que si bien la Iglesia autoriza la Comunión de rodillas, la norma silenciosa y generalizada es comulgar de pie, y si el sacerdote te dice que sí, que puedes comulgar de rodillas, queda comprometido por su palabra ante el resto de los fieles, y luego podrían decir de él que es un defensor y propagador de este modo de comulgar, etcétera, etcétera. Entonces, el sacerdote sentirá temor personal, y su reacción involuntaria e inmediata será la de defenderse a sí mismo y decirte que no. No porque él realmente vea mal comulgar de rodillas, lo que está diciéndote es que si lo haces es cosa tuya, que no vayas a decir que lo haces porque te lo dijo él; sencillamente quiere desentenderse de tu acción. Por eso, hoy, dada la situación actual de imposición silenciosa, es mejor no consultar a nadie antes de comulgar de rodillas. Simplemente porque no es necesario, nadie tiene que darnos permiso para comulgar así, porque es un derecho oficialmente reconocido y amparado por la Iglesia, y el que quiere lo ejerce. Si tú deseas comulgar de rodillas ponte en la fila como los demás y al llegar ante el sacerdote, sencillamente arrodíllate sin más, sin titubeos ni preguntas ni explicaciones; porque si lo haces, ya cometiste un error, al dar a entender que ni tú mismo estás seguro de lo que estás haciendo. Y si ni tú mismo estás seguro de lo que estás haciendo, muchísimo menos lo estarán los demás de lo que tú mismo haces.

2. A causa del sacerdote. Esto es algo del todo excepcional, pero se dan casos. Las razones pueden ser diversas:
  • Hay determinados sacerdotes, gracias a Dios muy pocos, que no muestran excesiva alegría cuando se le da adoración y un culto especial al Santísimo Sacramento. Hay una cierta influencia de la teología protestante y modernista en algunos sectores de la Iglesia, quienes están con subterfugios tratando de poner en duda la realidad de la transubstanciación. El que nosotros nos arrodillemos ante la Hostia consagrada, es para ellos como una «ofensa», una ofensa contra su manera de pensar y su falta de fe.
  • En otros casos, lo hacen con buena pero humana intención, la de no crear diferencias en la comunidad y preservar la homogeneidad, como si el culto comunitario eximiera del derecho, deber y libertad del culto individual. Pues el acto de comulgar es, en primera instancia, un acto individual del alma con su Dios; si bien luego tiene consecuencias comunitarias.
  • Otras veces lo hacen con un humano y equivocado sentido de la caridad, pensando que es demasiada humillación para ti hacer eso «delante de la gente» y que no necesitas hacerlo. Pero se olvidan que tú no lo haces ante nadie, sino ante Dios y que Dios premiará tu humildad.
  • Otros por un equivocado sentido del progreso de la Iglesia, por medio del cual todo lo que sea novedad es progresar, y todo lo que provenga del pasado, lo ven como algo ya superado y a lo que no hay que volver jamás.
  • Otros sencillamente ignoran lo que dice la Iglesia, sí, no leen ni se informan de las directrices de la Iglesia. Probablemente ni conocen la Instrucción Redemptionis Sacramentum, y simplemente imitan lo que hace la mayoría o está aceptado y bien visto por los demás: «Si los demás lo hacen yo también, cuando ellos no lo hagan yo tampoco».
  • Otras veces se trata de un temor interesado, del miedo a que lo interpreten como que él está promoviendo y defendiendo la Comunión de rodillas. Por temor a lo que piense o diga la gente, en ambientes tendentes al progresismo.

Bien, si te sucediera a ti eso te encuentras ante un buen dilema, ¿qué hacer si el sacerdote nos niega la Comunión estando de rodillas?

Por un lado está el deber de obedecer a Dios y a tu conciencia, y el derecho con que te asiste la Iglesia, y por otro lado está el respeto que merece el sacerdote. No es fácil resolverlo, requiere mucho coraje y fe. Pero una cosa está clara, una vez te has arrodillado ya no te levantes, porque si lo haces demostrarás debilidad, inconsistencia, y aminorará tu coraje y capacidad de decisión para el futuro. Si lo que haces está bien y estás convencido, no te retractes; porque si te retractas demuestras no estar convencido, y tus dudas aumentarán, caerás en un foso aún mayor del que estabas antes, y la próxima vez te costará muchísimo más arrodillarte por temor a una nueva reprensión; incluso es probable que no lo hagas más.

Generalmente, si el sacerdote que te mandó levantarte te ve convencido de lo que haces, y ve que no te levantas, casi siempre termina por reconocer tu derecho y darte la Comunión sin más. Pero si te tocara el caso extremo, totalmente improbable, de un sacerdote empecinado, que se niega a darte la Comunión bajo ninguna excusa y, echándose a un lado, continúa dándosela al resto de la fila, entonces, ¡alégrate y da gracias a Dios!, porque Dios te ha llamado al heroísmo de la fe, así como los apóstoles y tantos santos y mártires no titubearon de defender aquello en lo que creían ante quienes los censuraban. Simplemente, arrímate a un lado para no molestar a los demás, permaneciendo arrodillado hasta el final, y cuando veas que se acaba la fila te aproximas para recibir también tú la Comunión. No te levantes en ningún momento, porque es tu absoluto derecho recibir la Comunión, y es la absoluta obligación del sacerdote dártela; si él se va sin darte la Comunión habrá cometido un pecado mortal contra las Leyes de la Iglesia que le obligan a proporcionar los sacramentos a quienes los piden con legítimo derecho. Piensa que cuando una autoridad superior (en este caso Dios mismo y el Magisterio) te dicen una cosa, una autoridad supeditada a ella (el sacerdote) no puede contradecirla, y si lo hiciera estamos obligados a obedecer siempre a la autoridad superior. Acepta humilde y gozosamente la cruz que Jesús te comparte, no contestes, no hables, no discutas, no expliques, permanece en absoluto silencio, arrodillado y orando hasta que el sacerdote reflexione y te dé la Comunión. Normalmente siempre, luego de reflexionar un poco, lo hace. Pero si finalmente no te la da, simplemente ten compasión de ese sacerdote; solo ora por él y en lo futuro busca otro sacerdote y otra iglesia para comulgar. Si lo ves necesario y conveniente, al final de la Misa y con muchísimo respeto, invita al sacerdote a que por favor se informe de lo que está establecido en la Iglesia y que él tiene el deber de respetar, pero jamás discutas con él:

Instrucción Redemptionis Sacramentum (para consultar este documento directamente en www.vatican.va hacer clic aquí):
#90. Los fieles comulgan de rodillas o de pie, según lo establezca la Conferencia de Obispos, con la confirmación de la Sede Apostólica. 
#91. No es lícito negar la sagrada Comunión a un fiel, por ejemplo, sólo por el hecho de querer recibir la Eucaristía arrodillado o de pie.
Si quieres saber más lee esto: «La Comunión Eucarística debe hacerse de rodillas y en la boca»




Yo, David, soy el autor de este mensaje de nuestra presencia y cohabitación con Jesucristo en la Eucaristía